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El viernes pasado Los Rojos –la organización criminal encabezada por Santiago Mazari Hernández, El Carrete– se llevaron la primera plana de un diario nacional. El encabezado rezaba: Detienen a operadores del Cártel de Los Rojos: Revelan narcos pagos a alcaldes. En la nota se describe el esquema que Los Rojos siguieron para hacerse con el control de doce alcaldías de Morelos. En la lista de municipios figuran Xochitepec (que forma parte de la Zona Metropolitana de Cuernavaca); Jojutla (una de las localidades más dañadas por el sismo del pasado 19 de septiembre); y Puente de Ixtla (donde se ubica la Laguna de Tequesquitengo). En las elecciones de 2015 los criminales apadrinaron candidatos a alcaldes con un millón de pesos. Hay que reconocer a Los Rojos el mérito de la pluralidad (aunque el principal beneficiario fue el PRI, patrocinaron candidatos de todos los partidos políticos). Meses después, cuando sus candidatos llegaron al cargo, Los Rojos colocaron a su gente en los cabildos. De acuerdo con los testimonios publicados el viernes, su infiltración en las alcaldías tenía tres objetivos: contar con impunidad para llevar a cabo actividades criminales, cobrar una “cuota” de entre 100 mil y 500 mil pesos mensuales, y asegurar que ciertos contratos de obra pública fueran para las empresas que ellos quisieran. La única razón por la cual Los Rojos no buscaron nombrar a los comandantes de la policía en sus municipios, es porque el gobernador Graco Ramírez había dedicado la primera mitad de su sexenio a establecer un mando único efectivo en los 33 municipios de Morelos.
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