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Hay impuestos que son regresivos, es decir: que, lejos de favorecer la igualdad social, aumentan las diferencias. Pero también hay subsidios regresivos, aquellos donde los más beneficiados son los que tienen más, y de entre ésos, sin duda, el más regresivo es el subsidio a la gasolina. En México un propietario de una Hummer o una Suburban recibe más por vía de subsidio a la gasolina que una familia pobre por la vía de Progresa. Así de absurda es la política de subsidios en este país, pero más absurdo aún es que cada que aumenta la gasolina los partidos de izquierda, en vez de festejarlo con bombo y platillo, salgan a protestar. La visión de los partidos es tan, pero tan de corto plazo, que son capaces de hacer ese tipo de manifestaciones con tal de ganar una nota en el periódico del día siguiente, en lugar de apostar por un futuro mejor para los que menos tienen (pero bueno, el tema hoy no son los partidos, cuya capacidad de sorprendernos es inagotable).
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