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El comportamiento territorial está muy extendido entre las libélulas y los caballitos del diablo. El territorio puede ser un simple terreno de caza para el macho o estar relacionado con el apareamiento. Sus dimensiones y sus límites son muy variables y dependen de las condiciones locales, aunque lo elige en función de su exposición al sol, para recibir una insolación matinal, y de la vegetación, que no ha de ser demasiado abundante.