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Un grupo de economistas estadounidenses proponen que la semana laboral sólo dure 4 días, pero que se trabaje 10 horas diarias en lugar de 8.
Esta medida permitiría a los empleados descansar 3 días (viernes, sábado y domingo), mejorando su eficiencia y disminuyendo el cansancio. Además, ayudaría a reducir los gastos de las empresas, como electricidad por ejemplo.